EL HOMBRE DEL BANDONEÓN
(1997)
Como
viento de penas que se esconde
En
los brindis del hombre con la muerte,
Se
aferró al bandoneón alguna noche
Con
la copa vacía de la suerte.
Es
la vida que vuelve en cada tango
Con
la mística indócil de su fueye,
Es
un árbol frondoso y es un puente
Sostenido
en los bordes de un amor.
Su
voz frasea un solo de tristeza
Y
escupe la verdad del que perdió,
Y
en sus ojos lagrimea,
Una
musa en la corchea
De
ese tango que aún no se escribió.
A
fuerza de meterse en sus asuntos
Sus
manos se volvieron bandoneón:
La
derecha que se enciende
Como
un pájaro rebelde,
Y
la izquierda directa al corazón.
En
las íntimas notas de su acento
Es
misterio y asombro y osadía,
Y
en el mágico abrazo a su instrumento
Lo
más hondo, se vuelve melodía.
Suelen
verlo en la otra Buenos Aires
La
del humo en los ojos del pecado,
Desmuriendo
en el nácar demorado
De
un teclado que afina en su dolor.
Letra : Raimundo Rosales
Música : Raúl
Garello (Raúl Miguel Garello)