EL BRUJO

 

 

 

Una vez, en momentos de encanto
Una bruja de amor me embrujó,
Con sus ojos nictálopes, llenos
De fuego más fuerte, que el fuego del sol.
No pudiendo, desde ese momento
Ser ya dueño de mí, sucedió,
Que la bruja jugaba conmigo
Cual nadie en el mundo, con otro jugó.
 
La tirana vendóme la vista
Con un velo de loca ilusión,
Y sus dientes preciosos, se hincaron
En el fondo de mi corazón.
Como fruta que endulza el ensueño
Y que amarga, también, el dolor,
Fue para ella mi carne sensible
Y dióme su boca, nefasto licor.
 
Pero al fin, con alquimias y magias
A la bruja logré dominar,
Mis pupilas, de incendio iracundas
Sus hondas pupilas, pudieron quemar.
Desde entonces no supo la pérfida
Seguir siendo mi bruja fatal,
Y mis manos jugaron con ella
Cual niño con una muñeca banal.
 
Su mirada velé con el velo
De una trama sutil y falaz,
Y mis dientes mordieron su carne
Perfumada, con gesto voraz.
A su vez, fue mi fruta la bella
Amarga, meliflua, letal,
En su boca mis labios pusieron
El antídoto contra su mal.
 
Es así como ahora conozco
Los misterios de toda pasión,
Y doy filtros, consejos y drogas
A niñas que quieran, ser brujas de amor.

 

Letra : Eduardo Carrasquilla Mallarino  (poeta colombiano)

Música : Juan Carlos Bazán

 

Grabado por Carlos Gardel con guitarras. (sello Odeón Nº 18.165). (1926)

 

 

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