EL FUEYE DE AROLAS
Silencio muchachos... de pie la milonga...
Ya ancló entre nosotros rendido en la paz,
El bardo querido, el mágico Arolas
Que ha vuelto a su patria para no irse más.
Parece que el tiempo volviera sus pasos
Que Rocatagliatta, pulsando un violín,
Bajara del cielo y Cobián en el piano
Un tango de Eduardo, bordara en sus manos...
Trayendo a su alma del viejo París.
Y allí estás, acurrucado...
Ave dormida y cantora,
Velando el profundo sueño
De aquel que fuera tu dueño,
Mi viejo fueye de Arolas.
Si al mirarte me parece
Que el espíritu de Eduardo,
Hace mover tu teclado
Y en tu pico nacarado
Prende el pasado una flor.
Silencio muchachos... de pie la milonga...
Volvió a los balcones del barrio y su grey,
Arolas, el mago de los bandoneones
Viajero del Marne, bohemio de ley.
No ronda en las noches de Hansen al muelle
Con traje a ribete, tacón militar,
Mas canta en las notas de todos los fueyes
Su música en vida, que ríe y que hiere...
Su fueye, un jilguero que no ha de callar.
Y allí estás acurrucado...
Ave dormida y cantora,
Velando el profundo sueño
De aquel que fuera tu dueño,
Mi viejo fueye de Arolas.
Si al mirarte me parece
Que el espíritu de Eduardo,
Hace mover tu teclado
Y este tango del pasado
Brota en tu caja de amor...
No suenes más que me llora
El corazón de recuerdos...
Mi viejo fueye de Arolas...
Letra :
Héctor Marcó (Héctor Domingo
Marcolongo)
Música :
Pedro Láurenz (Pedro Blanco)
Dedicado
a Eduardo Arolas (Lorenzo Arola), apodado “El tigre del bandoneón”.
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