CAMPANEANDO
Con mis años ya corridos, como fichas de escolaso
De no haber tenido nunca un buen puerto donde anclar,
Así crucé por la vida, llevando siempre a mi paso
La esperanza que algún día, me llegase a acomodar.
Es triste sentirse sola, campaneándose al espejo
Y ver dos hebras de plata, sobre las sienes posar,
Lloriqueando arrepentida, no haber seguido el consejo
De que la vejez avanza, no te dejés madrugar.
Yo al revés de muchas otras, que gastan el “vento” en joyas
En tapados petigrises, carreras y cabaret,
Traté de formar un nido, donde añorar mis memorias
Donde tener si me enfermo, con qué abrigar mi vejez.
No en vano he sufrido tanto, que hasta las fibras del alma
Si las partía de mi sangre, qué amargura me darán,
Y a solas con mi tristeza que a menudo me acompaña
Cuántas veces he cantado, por no ponerme a llorar.
Yo nunca confié en mi suerte, ni en amigos, ni en amigas
Ni en chamuyos fantaseados que abatatan la razón,
Y entré a caminar despacio, como lo hacen las hormigas
Sin tener más consejero que mi propio corazón.
Las luces de la milonga, jamás mis ojos cegaron
Y el tango, el bendito tango, a quien canté con amor,
En vez de ser mi desdicha, como muchas lo culparon
Fue mi bandera de aliento, para luchar con honor.
Letra : Eduardo Escaris Méndez
Música : Rosita Quiroga (Rosa Rodríguez Cappiello)
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