UNA MÁS
(c. 1915)
“Te quiero”, me decía el
embustero.
“Te juro, que mi amor es
noble y puro”.
“Vidita, cuando acabe de
estudiar,
Te prometo por mi madre
Que nos vamos a casar”.
Tanto querer me fingía,
Tan buena fe demostraba,
Que a su pasión cedí un día
Sin pensar que me engañaba.
Y, mirando la vidriera,
Me esperaba a que saliera
Por las noches de coser.
Y al rayar el nuevo día,
A las clases él volvía
Y volvía yo al taller.
Así pasaban los días
Así pasaron tres años,
Sin que en nuestras
alegrías
Entrasen los desengaños.
Terminó al fin su carrera
Y a arreglar fue los
papeles,
Al pueblito en que nació.
Y al marchar me dijo:
“espera”...
Y he esperado y esperado
Pero nunca más volvió.
Mi vida, ha quedado
destruida,
Mi sino, es seguir el mal
camino,
Tú mismo, por ahí me difamarás,
Y al hablar con los amigos
Dirás siempre: una más.
Un día, en que mi cuerpo
vendía
Vagando, mi perdición
pregonando,
De pronto, pasó un hombre
junto a mí
Y al mirarle cara a cara,
yo no sé lo que sentí.
Aquel hombre era el
ingrato, que mi virtud robó un día
Y que olvidó al poco rato
lo que antes me prometía,
De él me puse delante y de
rabia jadeante, le dije mi mal vivir,
Y él por orgullo necio, mirándome
con desprecio
Me escucho y se echó a reír...
Y ya de mí, no fui dueña
Quise vengar mi despecho.
Y al verlo tendido en la
tierra
Herido y agonizante,
Lo recogí con gran dolor
Le recosté en mi regazo.
Y su cuerpo casi frío
Abracé llena de amor,
Y loca, puse mi boca en su
boca
Sus labios los besé,
olvidando agravios.
Entonces dijo, de mi vida
harás
Dándome su aliento:
Tú no eras... una más.
Letra :
Antonio Martínez Viérgol
Música :
Manuel Jovés