SENTENCIA
Se quedó en silencio
De pié, como un roble,
Con acento claro
Hablaba el malevo.
Yo nací, señor juez, en el suburbio
Suburbio triste de la enorme pena,
En el fango social donde una noche
Asentara su rancho la miseria.
De muchacho, nomás, hurgé en el cieno
Donde van a podrirse las grandezas...
¡Hay que ver, señor juez, cómo se vive
para saber, después, cómo se pena!
Un farol, en una calle, tristemente desolada
Pone con la luz del foco, su motivo de color...
El cariño de mi madre, de mi viejita adorada,
Que por santa merecía, señor juez, ser venerada
En la calle de mi vida, fue como luz de farol.
Y piense, si aquella noche, cuando oí que aquel malvado
Escupió sobre sus canas, el concepto bajo y cruel,
Hombre a hombre, sin ventaja, por el despecho cegado,
Por mi cariño de hijo, por mi cariño sagrado,
Sin pensar, loco de rabia, como a un hombre lo maté.
Olvide usted un momento sus deberes
Y deje hablar la voz de la conciencia...
Deme después, como hombre y como hijo
Los años de presidio que usted quiera...
Y si va a sentenciarme por las leyes
Aquí estoy pa´aguantarme la sentencia
Pero cuando oiga maldecir a su viejita
¡Es fácil, señor juez, que se arrepienta!
Se ahogaba en silencio...
¡Llorando el malevo,
lloraba su pena
el alma del pueblo!
Letra : Celedonio Esteban Flores
Música : Pedro Maffia (Pedro Mario
Maffía)
Grabado por la orquesta de Osvaldo Pugliese
con la voz de Ricardo Medina.
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