Era una tarde, corría una brisa,
Muy cálida y suave por la rosaleda,
Cerca del lago, leyendo poesías
Estabas oculta entre la arboleda.
Turbé el silencio, con mis pisadas
Hubo un suspiro y dos miradas,
Era una tarde, corría una brisa
Muy cálida y suave por el rosedal.
Y nos volvimos a ver
En aquel mismo lugar,
Y grabado en un rosal
Quedó un nombre de mujer,
Como un recuerdo imborrable
De horas vividas de ilusión,
Mientras la tarde moría
Y el sol nos enviaba, un beso de amor.
Mas no éramos iguales
Y eso nos separaba,
Un mundo de distancias
Había entre los dos.
Tú eras de familia
Muy rica y distinguida,
Yo en cambio solamente
Era un trabajador.
Vivías entre el lujo
En un regio palacio,
Ningún amor sincero
Podías tú sentir.
Tus autos, tus lacayos,
Tu oro y pedrería,
Tus sedas, tus encajes,
Te alejaron de mí.
Letra : Juan Andrés Caruso
Música : Francisco y Juan Canaro
Grabado por la orquesta de Alfredo de Ángelis
con la voz de Carlos Dante.
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