CÁTULO

(1971)

 

 

Debía remontarme con esfuerzo

Para acceder a su mirada clara,

A su gran frente,

A esa cara de niño

Empecinadamente franca.

Pues muchas veces me llenaba de culpa

Su excesiva atención...

Estábamos en “El Águila”

Y yo leía unas líneas;

El asentía, grave y ensimismado;

El labio desbordado

Como un Sarmiento gardeliano...

 

No le pensaba transportar

Ese inmenso corazón gigante,

Que arrastraba de un siglo a otro,

De un tango a otro.

Se le cruzaban las ternuras

Con los recuerdos más añejos,

- Casi inverosímiles -

Y la bondad lo descubría, flagrante

En cada gesto, en cada decisión.

 

Dejaba un poema, unas líneas, un triunfo...

Y corría golpeando puertas para muchos,

Como un samaritano entrado en kilos,

Un ermitaño sin melena

Que predicaba el amor a sus perros...

 

Ejercía la nostalgia

Como esa “herida absurda”,

Que empeñaba su alma.

Sabía que el mundo corre,

Que el progreso se aleja raudamente

De sus tiernos malvones...

Pero había dejado demasiado

En el tiempo viejo.

No era un niño. Y el genio,

Le brotaba dibujando su aldea

Y sus anchos patios y portones...

 

En las metáforas, sí

Le irrumpía el Neruda,

Que debió ser, seguramente,

Sin sus trompadas de arrabal...

 

Cuando amanecía,

Él acariciaba el paisaje repetido,

Cotidiano,

De un pueblo cantando sus canciones;

De un arrabal embellecido,

Cincelado, mítico,

Renaciendo en la enrojecida tinta

De sus paredones antológicos...

 

Dicen que transportando

Su cuore único,

Y su poema mil,

Un fatal esquinazo

Lo confrontó con Dios,

Y de puro angelote, Catu, el bueno,

No quisiste esquivarte...

 

Letra : Héctor Chaponik

Música : Sebastián Piana

 

 

(colaboración enviada (letra) por el amigo Eliot Wilson. 03-2015)

 

 

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