HORACIO
De sangre charrúa, para ser
porteño
Buenos Aires potra, domaste
en un sueño,
Alcurnia maleva de raza
poeta
Con lengue
encubierto y lágrima quieta,
Farsa de tu hielo, que
deshiela en besos
Besos como esos que nos dio
Pichuco,
Traje de tristeza, misa de
tu mesa
Raje de ternura, loco de
balada,
Que pa´
bien morir, no será de día
Absurda es el alba como una
herejía.
Fiel a la liturgia,
construiste el templo
Y se congregaron los
ángeles tristes,
Altar de silencios, paredes
de voces
Vidriera a la luna y un
cielo de encaje.
Guitarra invencible pulsa
un payador
Décimas de amor él quisiera
cantar,
Incienso de tango, misa de
atorrantes
Milagro cansino de patio y
farol.
Hasta un viejo armonio
también es creyente
Convertido al piano por un
milonguero,
Que en cáliz de copas, musa
y entrevero
Ofrenda su gloria baleada
de esplín.
Recitado:
Como lunas coralinas
Tus versos parecen islas sobre el Río de
Donde el amor se sublima
En romance de murga y serenata...
¡Gracias Horacio Ferrer, Maestro, y que viva el
tango!
Los ángeles tristes y tu
Buenos Aires...
Letra : César Luis Rossi
Música : Julio Pane
(Julio Oscar Pane)