UNA LIMOSNA, POR DIOS (II)
Era una tarde fría,
crudísima, de invierno,
Una llovizna tenue caía sin
cesar,
Y allá por el suburbio, en
calles solitarias
Una débil muchacha triste
se ve cruzar.
A su paso inseguro el agua
despiadada
Calaba sus ropitas
haciéndola temblar,
Sólo de vez en cuando sus
yertas manecitas
Temerosa estiraba para
mendigar.
Cuentan los vecinos que su
infame padre
Borracho de celos un día
llegó,
Y sin mediar palabras,
inhumanamente
A su madrecita cruelmente
mató.
Desde aquel entonces,
¡Pobre huerfanita!
Sufre las penurias de su
mal atroz,
Y desamparada pide al que
transita
Una limosnita por amor de
Dios.
Hoy lleva, pobre niña, en
su fatal y turbio mal
Las huellas indelebles de
la fatalidad,
Recién mira la vida y ya en
su edad temprana
Va soportando a cuestas la
cruz de la orfandad.
La tarde ya oscurece, la
noche se aproxima
Y sigue la llovizna bañando
la ciudad,
Y a su paso inseguro la
humilde huerfanita
Se pierde entre las calles
del lóbrego arrabal.
Letra y música
: José R. Trimani
(colaboración enviada por el amigo “El
Charrúa”. 07-2010)