NADIE LA CONOCIÓ

 

 

 

 

Pobrecita, que su amor
En su pecho guardó
Con todo su fervor,
Pues ni el consuelo, ya le quedó
Que pudieran comprenderla.
Rebosante de pasión,
De ternura ideal
Quedó su corazón,
Pero en su angustia infinita
Nadie supo por su mal.
 
Que desilusión
De su sueño,
Al despertar
Sufrió cruel
Su corazón,
Y nadie nunca
La comprendió
Pobrecita flor,
Que se agostó
En su amor,
Su enorme pena
A consolar,
Jamás ninguno
Logró calmar.
 
Cuando al fin se decidió
Su amor a confesar,
Un eco no encontró
E indiferente por su dolor
Pensó tan sólo en salvarse.
Mas era aquella ilusión
Su más caro ideal,
De su vida razón
Y no pudo conformarse,
A vivir sin corazón.

 

Letra : Luis Roldán

Música : Ricardo F. Cerebello

 

 

AtrásMenú Principal