DEL CINCUENTA
(1989)
Jugábamos al rango y a la ainenti
Y un sueño-barrilete remontaba la ilusión,
Teníamos la pampa en el baldío
Se respiraba un aire de eucalipto y de cedrón.
A las seis de la tarde, por la radio
Cruzábamos la selva con el grito de Tarzán,
Y el cielo estaba cerca, en la rayuela
El cielo que, en la vida, me pregunto dónde está...
Después vino la vida y no fue juego
Nos queda la ceniza tras el fuego,
Al patio lo embaldosan calendarios,
Ya seco, el paraíso
Nos habla de otro barrio.
Regreso a aquella esquina y a su cielo
Se me hace menos frío tanto hielo,
Y al contemplar los pibes
Jugando en la vereda,
En ellos, hoy me siento renacer.
Castillo canta tangos de penumbra,
Gatica aún se faja con fantasmas del ayer,
Divitos y leonas son recuerdo
Lo mismo que el tranvía, que no sabe ya volver.
Un cine que no tiene contraseñas
Tras un telón de sombras, nos exhibe a Marilyn,
La casa se vistió de frío escombro
Y el ángel de la infancia, va tosiendo entre el hollín.
Letra : Hugo
Pardo
Música :
Roberto Selles (Raúl Roberto Selles)