COMPAÑERA DE SU VIDA

 

 

 

Vos que fuiste la adorada compañera de su vida,
Vos que llevas, de sus manos, baches en el diapasón,
No dejes que borre nadie esa huella tan querida
Donde quedan los pedazos de su recio corazón.
Que te miren solamente como a una reliquia santa
Que cada argentino deje una lágrima en su adiós,
Para que se mezclen todas en una caricia franca,
Con aquellas tan sinceras, que él cantando te dejó.
 
Guitarra,
Compañera de su vida,
Quédate siempre dormida
Como duerme tu cantor.
No dejes,
Que otra mano te deshaga,
Su última canción sagrada
Que en tu caja se quedó.
Guitarra,
Vos que viste sus sonrisas,
Sus quejas y sus caricias
Escuchando su canción.
Te ruego,
Que ahora seas el sagrario,
Donde guardes el rosario
De su peregrinación.
 
No te abrazará como antes, el zorzal que te abrazaba
Ni serás, como antes fuiste, más testigo de su amor,
Ni oirás cantar a nadie con el brío que él cantaba
Los pedazos de vida, llevados a la canción.
Con los ojos empañados, te contempla el criollo viejo
La muchacha está triste, amargaos por el dolor,
Y en el barrio arrabalero sólo se oye este consejo:
“Pongan luto a las guitarras, porque ha muerto el ruiseñor”

 

Letra y música : Francisco De Val

 

 

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