CABECITA LOCA
Las diez de la noche. Mechita no ha vuelto.
Tampoco a las doce ha venido a almorzar...
Y entonces el padre, con paso resuelto
Salió hacia la calle, para irla a buscar.
Estando en la puerta llegó un mandadero
Trayendo una carta. Pregunta por él.
La rasga temblando. Se va el mensajero.
Y lee unos renglones que saben a hiel.
Mechita se ha ido
Y aquel que rondaba,
La tierna paloma
Como un gavilán,
El sueño dorado
Del viejo robaba,
Y se lo llevaba...
Quién sabe do van...
Dos lágrimas grandes rodaron serenas.
Su angustia infinita no puede cambiar,
Y al claro de luna lloraba sus penas
Sin otro consuelo, que el de recordar.
Pasaron los días. Pasó una semana.
Mechita no ha vuelto ya más al hogar,
Y el viejo sentado junto a la ventana
La espera creyendo que ha de retornar.
Después la encontraron...
La vieron en coche,
Salió tambaleando
De un gran cabaret,
Y a la mortecina
Luz de aquella noche,
Se vio su carita
Color rosa té.
Otra vez la vieron pasear por Palermo
Vestida con lujo, guiando un Renault,
Y al lado un muchacho, con cara de enfermo
De quien se decía, fue su gigoló.
Un tiempo más tarde, por una vecina
Se supo cuál era la causa del mal,
Y es que envenenada por la cocaína
Se estaba muriendo en un hospital.
Y mientras su vida
Se va así apagando,
Y en vano la ciencia
Pretende alargar,
El viejo en la iglesia
Se postra rezando,
Rogándole al cielo
Que la haga sanar.
Coda:
Cabecita loca
Que un mundo soñó,
Era su ansia loca
Volar... y voló.
Letra : Luis Roldán
Música : Enrique Delfino (Enrique Pedro Delfino)