SEÑOR DE LA AMARGURA

 

 

 

 

 

Perdón, prócer del tango, señor de la amargura,
Hoy derramo tus versos como yerba de ayer,
Y avento al sol tus penas, para mi cebadura
De indignación, de angustia, de soledad y de hiel.
Me encuentro en cada espejo, de aquellos tangos tuyos
Se ensancha el cambalache, que es cada vez más ruin,
Crecés en tu denuncia, yo en cambio me diluyo
En esa, tu poesía, de no pensar en mí.
 
Señor de la amargura, arlequín que salta y baila
Yo sí que ya no puedo olvidarte en esta queja,
Frustrado con un sueño, volviéndose a mí, baila
Llegamos tarde al mundo, no hay más localidades,
Ya todo está copado, no ves, no insistas más,
En corretear virtudes, en proclamar verdades
Hoy le sigue importando, saber que es por pagar.
 
Febril entre latidos de mis noches enteras
Creo oír el tañido de tu vieja Merced,
El rezo de mi madre, lo que aprendí en la escuela
Todo junto, aplastado, por la burla más cruel.
También fantoche herido, te exhibo mi abolengo
Presento credenciales, que sé que has de entender,
Te ofrendo mi derrota que es todo lo que tengo
Pienso que es homenaje, si todo está al revés.

 

Letra : Zelmar Gueñol  (Zelmar José Daniel Guegnolle)

Música : Manuel Sucher  (Bernardo Mendel Sucher)

 

Grabado por la orquesta de Alfredo De Ángelis con la voz de Julián Rosales.

 

Refiérese a Enrique Santos Discépolo.

 

 

AtrásMenú Principal